La vida en crítico

De pequeño daba muchísimo miedo
Creo que, mucha de la gente que nos consideramos escépticos, o al menos me pasó a mí, hemos llegado a ese estado, en cierta manera, como parte de nuestra evolución personal. Es decir, es muy normal que, de jóvenes y niños nos hayan interesado todos los temas misteriosos. Realmente interesado.
De pequeño, tenía muchos libros de la editorial PLESA. Entonces había muchos para niños, de ordenadores, de dinosaurios, de manualidades, etc. Y había unos que ejercían una gran fscinación, que eran los de “misterios”. Vampiros, hombres lobo, fantasmas, el monstruo del Lago Ness, OVNIS… Y con los amigos uno fantaseaba con que, de mayor, iría al Lago Ness y desvelaría todos esos secretos que nadie, hasta entonces, había sido capaz de desvelar. Curiosamente, esos mismos libros tenían una secciones de “misterios resueltos” que habían resultado ser soluciones muy mundanas.
Sin embargo, precisamente por ese interés, cuando uno va creciendo, empieza a olerle todo a chamusquina. ¿Por qué sigo siendo incapaz de ver nítidamente la madre anciana de la foto? Siempre me pareció que parecía una mancha y más a un hombre, en todo caso. ¿Cómo es eso de que se llevan investigando los mismos casos mil veces y no se avanza absolutamente nada? Es demasiado evidente que el amigo que te dice que se comunica con los espíritus está haciendo el paripé para resultar más divertido.

La madre de Mabel Chinnery debía de ser muy rara
En mi caso, el factor decisivo fue leer un libro que defendía que el hombre primitivo había desarrollado inteligencia al devorar el cerebro de sus semejantes. Para fundamentar sus tesis, hacía una extraña interpretación de la biblia, en la que el cerebro era el fruto del árbol de la ciencia, y, al ser supuestamente afrodisíaco, se lo había ofrecido “Eva” a “Adán”. Enseguida se tenía una objeción muy definitiva, ¿no era que los caracteres adquiridos no se heredaban? Vamos, a mí el típico ejemplo de que los agujeros de los pendientes no se heredan siempre me había parecido muy definitivo. Fue el primer libro con el que realmente fui crítico, en el sentido de disentir fuertemente de sus tesis. Anteriormente, te tragabas todo lo que ponía porque está en un libro, y los libros siempre dicen la verdad.
En esa época también me vi la serie “Cosmos”, de Carl Sagan, que metía el dedo en la llaga, a mi modo de ver, de manera muy definitiva en temas como los horóscopos. Todo esto, junto con verdaderamente empezar a entender el método científico (una cosa es que te lo cuenten con 12 años y otra entender verdaderamente las implicaciones que tiene) me hizo ser extremadamente escéptico con todos los temas paranormales.
Conforme ha ido pasando el tiempo, he ido “resolviendo” muchos de los misterios que me fascinaban de pequeño, y viendo que la gente que escribe y que te transmite ideas puede estar equivocada, y que siempre hay que tener un cierto espíritu crítico acerca de las cosas. Eso no quiere decir rechazarlas de plano, sólo quiere decir ir con cuidado, y, en caso de que se encienda algunas de las alarmas “automáticas”, pensar un poco más sobre el tema, buscar información, etc…y darse cuenta que el mundo es muy complicado.

¡Feliz 200 cumpleaños!
El ser humano es extraordinariamente bueno en sacar patrones en nuestra vida cotidiana. Si vemos una silueta, somos capaces de ver lo que es, o incluso reconocer una persona. Podemos completar letras. Y tendemos a aplicar patrones de manera natural en nuestra vida diaria. Sin embargo, al sacar patrones de manera tan rápida, muchísimas veces nos equivocamos. Nos gustan las soluciones simples, nos cuesta pensar que detrás de esa silueta que parece una persona puede haber un perchero, un par de chaquetas y un paraguas. Nuestra experiencia diaria nos dice que la tierra es plana y no se mueve, que algo tan pesado como un avión no puede volar y que los objetos necesitan ser empujados constantemente para que se muevan.
El mundo no es sencillo, la naturaleza es extremadamente compleja, y has pocas respuestas fáciles y universales a muchas preguntas cotidianas. Sin embargo, nos gustan las respuestas fáciles. Nos encanta pensar que la naturaleza es perfecta, que podemos leer nuestro destino en las estrellas, o que hay una conspiración que es la causante de todos los males del mundo. El pensamiento mágico es natural, ha estado con nosotros durante muchos siglos y sigue conviviendo con nosotros en distintas formas. Debemos tener una actitud vigilante, incluso con uno mismo.
Es duro, lo sé. Es más cómodo vivir con el convencimiento de que el mundo es fácil. Pero es la única manera de poder mejorar las cosas de manera fiable. Y no hablo sólo de descubrimientos científicos, también de nuestra propia vida personal.